¿Por qué se disparan los casos de trastornos alimentarios en verano?

El verano es una época muy complicada para las personas con trastornos alimentarios por múltiples motivos. El primero es la mayor exposición del cuerpo, al vestir menos prendas, más ligeras y al hacerlo además en entornos en que la persona se siente comparada y juzgada por ello: piscina, playa, fiestas…

El segundo es que también hay comidas más frecuentes con personas fuera del entorno habitual: barbacoas y picnics por ejemplo.

¿Qué implica la llegada del verano?

Por un lado, aumenta la presión por intentar lograr un cuerpo “ideal” y por otro, la dificultad de “control” sobre las comidas, todo ello bajo el peso aún mayor de ser evaluadas y juzgadas por los demás. La Dra. Belén Silveira Rodríguez, reputada endocrino y nutricionista experta en trastornos alimentarios, recuerda que los trastornos alimentarios pueden afectar a todos los cuerpos, independientemente del género, del peso o la edad que tengan o su situación socioeconómica.

Señala que existen además otra larga serie de factores que pueden incidir en la severidad de las manifestaciones de los trastornos alimentarios en verano, como son la ruptura de las rutinas habituales (laborales, escolares, deportivas) y los cambios en lugares de residencia y personas con las que nos relacionamos.

La pandemia por la COVID-19 sigue generando un gran impacto en los trastornos alimentarios debido, en gran parte, a las inevitables medidas de de distanciamiento/aislamiento social.

Cuidado con lo que se comparte en redes sociales

En la era digital es innegable la enorme influencia que ejercen las redes sociales en nuestro día a día. Existen cuentas y personas que comparten información muy valiosa en cuanto a alimentación y ejercicio, incluso orientada a trastornos alimentarios, pero también abunda mucha información poco rigurosa y frecuentemente nociva.

La experta en trastornos alimentarios pone el foco de atención sobre la influencia de los filtros en las publicaciones que se comparten por redes sociales. Respecto a ello sostiene que “un 5% de los usuarios de las redes son incapaces de compartir una imagen sin retocarla con un filtro y lo que aún es más preocupante, un 80% de las niñas de 13 años ha usado un filtro o una app con el objetivo de cambiar su apariencia en fotos y un tercio sistemáticamente los emplea”.

Y aunque a primera vista no parezca una práctica peligrosa puede volverse en nuestra contra, ya que el uso los filtros genera un impacto en nuestra autoestima y la aceptación de nosotros mismos tal y como somos. Y si sumamos unos rasgos perfeccionistas o impulsivos y se busca incansablemente la propia valía a través de la mirada de los demás es fácilmente comprensible la dimensión del problema. Por el contrario, también podemos encontrar contenido valioso en redes sociales y de hecho la doctora lo hace a través de su cuenta de Instagram (@drasilveiranutricion). Lo importante es aprender a discernir aquello que nos beneficia de lo que no.

Aprender a identificar un trastorno alimentario es tan importante como tratarlo

El más frecuente es precisamente aquel menos visible, por su normalización, porque se suele ocultar y porque no siempre hay alteraciones llamativas del peso. En este caso la doctora se refiere al trastorno por atracón. Este trastorno se caracteriza por la forma recurrente en la que se ingiere sin control y compulsivamente grandes cantidades de comida en un espacio concreto de tiempo.

Por ejemplo, una tarrina de helado, un paquete de galletas y unos sándwiches seguidos de frutos secos, una tableta de chocolate… a diferencia de la bulimia, posteriormente no se produce el vómito o se emplean otras estrategias para compensarlo. Se estima que afecta al 5% de la población y es posible que incluso cerca del 50% de las personas que consultan con un profesional para bajar de peso lo padezcan.

Pese a estas cifras, no se le da mucha importancia y es un trastorno que, aunque quienes nos dedicamos al tratamiento de los trastornos alimentarios lo venimos observando (y viendo su aumento) desde hace tiempo, formalmente no se ha definido y catalogado como tal hasta hace pocos años.

En población adolescente los trastornos alimentarios en su conjunto están afectando a 1 de cada 10 jóvenes. Muchas veces nadie se da cuenta o bien se minimiza el problema. Hasta un 15% de los adolescentes de nuestro país ha empleado el ejercicio, el vómito o el ayuno con idea de perder peso y compensar una ingesta que consideran excesiva.

En cuanto a los trastornos “clásicamente” definidos, se estima que en España la prevalencia en mujeres jóvenes de anorexia nerviosa está alrededor del 0,5-1%, y de bulimia entorno al 5%. A escala mundial, en los últimos 20 años se han duplicado los casos.

Adolescentes: uno de los colectivos con mayor riesgo

Los trastornos alimentarios no solo afectan a adolescentes, si bien su inicio suele producirse en estos años. Sin embargo, la Dra. Silveira indica que es frecuente que empiecen en la primera adolescencia con restricciones y dietas para evolucionar posteriormente a la aparición de atracones, con o sin conductas compensadoras.

Además, incide en que si no se actúa la tendencia es a la cronificación y el empeoramiento, aunque recuerda que son enfermedades que se curan con el abordaje adecuado, que debe ser multidisciplinar y por parte de profesionales cualificados y con experiencia.

¿Cuándo acudir a un especialista?

Cuanto antes, no hay que esperar. Ante la sospecha de un trastorno alimentario, pedir y buscar ayuda es fundamental, especialmente en el caso de niños y adolescentes.

Es muy importante que los padres entiendan que no se trata de modas o caprichos de adolescentes, sino que se trata de trastornos con muy alta probabilidad de complicaciones médicas graves.

Cuanto antes se aborde, mejor pronóstico. Aun así, la endocrino y nutricionista recuerda que “nunca es tarde para ponerse en manos de especialistas en trastornos alimentarios. Tengo experiencia en pacientes hasta con 40 años de evolución que han podido mejorar”.

¿Qué soluciones ofrece desde su consulta?

Su trabajo es siempre personalizado, multidisciplinar y coordinado. En primer lugar evalúa y aborda los componentes endocrinológicos y nutricionales en sintonía con la labor de otros compañeros (psiquiatras, psicólogos, también si es preciso de otras especialidades).

Cada persona tiene una historia, un entorno y unas perspectivas diferentes y el trabajo de la doctora es acompañar y acompasar a la persona poniendo a su disposición su conocimiento y las herramientas terapéuticas que necesite.

“En mi especialidad es importante detectar y tratar las complicaciones médicas que puedan suceder, pero hay mucho más. No se trata de seguir una dieta sino de aprender a relacionarse con el cuerpo y la comida desde otro lugar, más compasivo, más amable y placentero. Es posible” concluye la Dra. Silveira Rodríguez.