Patología en la inserción del tendón de Aquiles: causas, diagnóstico y tratamiento
El tendón de Aquiles, vital para la movilidad del pie, conecta los músculos sóleo y gastrocnemios (gemelos) con el hueso del talón, el calcáneo. Sin embargo, esta inserción del tendón en el calcáneo es una zona sometida a altas tensiones y estrés mecánico, lo que la hace susceptible a lesiones y patologías.
¿Qué es la entesopatía del Aquiles?
La entesopatía del Aquiles es una de las patologías más comunes que afectan esta zona. Ocurre cuando la unión entre el tendón y el hueso se inflama y daña, generando dolor y limitando la funcionalidad del pie.
Esta afección puede ser causada por diversos factores, como la sobrecarga crónica, el envejecimiento de los tejidos o deformidades adquiridas, como la deformidad de Haglund.
Diagnóstico de la entesopatía del Aquiles
El diagnóstico de la entesopatía del Aquiles se basa en la exploración física y pruebas complementarias. Los pacientes suelen experimentar dolor en la parte posterior del talón, inflamación y enrojecimiento en la zona de inserción del tendón.
La presencia de la deformidad de Haglund, una protuberancia ósea en el calcáneo, puede también ser un indicador. Además, la inflamación de la bursa retroaquilea, una estructura que protege al tendón, puede agravar el dolor y limitar la movilidad. En conjunto, estos signos conforman el síndrome de Haglund. El diagnóstico se confirma mediante estudios de imagen como radiografías, ecografías o resonancias magnéticas.
Tratamiento conservador
En la mayoría de los casos, la entesopatía de Aquiles se puede tratar de forma conservadora, sin necesidad de cirugía. El reposo relativo, la aplicación de hielo, de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), el tratamiento rehabilitador y las infiltraciones son parte del tratamiento.
La rehabilitación es esencial para recuperar la fuerza y elasticidad del tendón, así como para corregir las alteraciones biomecánicas del pie. Incluye ejercicios específicos de fortalecimiento y estiramiento, junto con el uso de plantillas y ortesis para alinear correctamente el pie y reducir la carga sobre el tendón.
Las infiltraciones de corticoides pueden aliviar temporalmente el dolor, pero se debe tener precaución por su potencial efecto debilitante en el tendón. Por ello, se investigan terapias biológicas como células madre y plasma rico en plaquetas, que estimulan la cicatrización del tendón.
Tratamiento quirúrgico
En casos severos o resistentes al tratamiento conservador, la cirugía puede ser necesaria. Consiste en eliminar la protuberancia ósea de Haglund, resecar parcial o totalmente la bursa retroaquilea y excisar calcificaciones y tejido desvitalizado del Aquiles.
En muchos casos, es esencial reanclar el tendón a su posición original mediante sistemas de anclaje diseñados para tal fin. Posteriormente, se utiliza inmovilización para favorecer la recuperación. El proceso de rehabilitación puede durar semanas o meses. Si experimenta síntomas relacionados, es importante consultar a un especialista en Traumatología para recibir el tratamiento más adecuado para su caso.