Obesidad y sobrepeso: ¿cuáles son los tratamientos más efectivos?
La obesidad se define como el exceso de tejido adiposo, que origina un aumento de peso corporal con respecto a lo que correspondería para la talla, sexo y edad. La obesidad tiene un origen multifactorial, donde aspectos genéticos y medioambientales interaccionan de forma compleja y, finalmente, se produce un desajuste entre la energía ingerida y la consumida en los procesos metabólicos.
Los nuevos hábitos alimentarios y el sedentarismo son el desencadenante definitivo, ya que el organismo no está preparado para hacer frente a la excesiva oferta energética.
¿Cuál es la diferencia entre obesidad y sobrepeso?
Dentro del concepto “exceso de peso”, podemos distinguir entre sobrepeso y obesidad. La diferencia se basa en el “índice de masa corporal” (IMC). Este parámetro ha sido el clásico para clasificar el exceso de peso, y es la relación entre el peso y la altura (IMC = peso en Kg/altura en m²). Se considera peso normal un IMC entre 18-25; sobrepeso sería un IMC entre 25-30, y obesidad cuando supera los 30.
Sin embargo, es un parámetro que hoy día debería usarse poco, pues puede conducir a numerosos errores, ya que no siempre es capaz de traducir realmente la cantidad de grasa existente. Por ejemplo, una persona con alta masa muscular y poca grasa podría ser catalogada como sobrepeso u obesidad, mientras que otras con exceso de grasa podrían no ser diagnosticadas.
Es por ello que, para tratar de solucionar este problema, se aplicó el concepto de “perímetro de cintura”, que era un parámetro que se correlacionaba mejor con el exceso de grasa. Aun así, sigue siendo un valor no del todo fiable, por lo que hoy en día deberían aplicarse los modernos métodos de diagnóstico que analizan y diferencian perfectamente la masa magra o muscular y la masa grasa. Entre ellos, la impedancia es el más reconocido y aplicado. Con este método podemos diferenciar fielmente los valores adecuados de grasa y músculo. Así la grasa normal en una mujer estaría entre el 18-28 % del peso total, y en hombres entre el 10-20%.
Obesidad y sobrepeso, cada vez más frecuentes
La incidencia y prevalencia del sobrepeso y/u obesidad no para de crecer en las últimas décadas en todo el mundo, en especial en el mundo desarrollado. Nuestro país es un claro exponente de esta preocupante tendencia. Según datos oficiales, basados en IMC, la población con normopeso en nuestro país estaría en torno al 45%, mientras que el 55% restante estarían dentro de la categoría de exceso de peso, siendo la obesidad más o menos el 15% del total.
No obstante, esta valoración podría quedar bastante corta, y si aplicásemos el concepto de “porcentaje de grasa” medido por impedancia, esas cifras se irían a valores entre el 60 y 80% de población por encima de la normalidad.
Además, la tendencia es claramente alcista, debido al estilo de vida sedentario y los malos hábitos alimenticios. Esto ya afecta incluso a la infancia, donde el porcentaje de niños con sobrepeso crece de forma alarmante.
Las consecuencias en la salud
La importancia de la obesidad y el sobrepeso excede a lo estético, no en vano están considerados como el principal factor de riesgo para el desarrollo de importantes enfermedades, en el ámbito cardiovascular (infartos, ictus…) , metabólico (dislipemias, diabetes…), tumoral, degenerativo, entre otros.
Según la prestigiosa revista médica “The Lancet”, el sobrepeso es el principal factor generador de patologías, de mortalidad, así como de reducción de calidad de vida.
Esta influencia se basa en la afectación metabólica que produce, así como los altos niveles de inflamación asociados. De hecho, la Unión Europea ya le ha dado rango de enfermedad, y no solo de factor de riesgo. Además, acaba convirtiéndose frecuentemente en un proceso crónico, que una vez establecido, en muchos casos es muy difícil de revertir de forma efectiva.
Tratamiento integral del exceso de peso
Pese a que en los últimos años han aparecido algunas terapias farmacológicas para su manejo, el abordaje de este grave problema debe ser integral. Sobre todo, interesa una detección precoz, preferentemente en la infancia, y a ser posible un cambio de orientación en los hábitos sociales (alimentación, estilo de vida, control del sedentarismo), que deben ser concientizados mediante políticas ambiciosas que aborden las verdaderas causas de esta pandemia.
Control en la composición y calidad de los alimentos, políticas educativas adecuadas y fomento de la actividad física son algunas de las medidas que deberían emprenderse de manera global para evitar el progreso de este grave problema de salud pública.
En el ámbito médico, el abordaje también debe ser integral, tal como apuntamos antes. El correcto diagnóstico, basado en estudios y pruebas adecuadas, la detección y corrección de los factores desencadenantes, y el uso de las herramientas más adecuadas a cada caso, son los pilares de su manejo.
Entre estas opciones de tratamiento, desde luego está en primer lugar la intervención nutricional, basada en dietas, que hoy día pueden personalizarse adecuadamente dependiendo de los datos obtenidos por las pruebas específicas. También los cambios en la práctica deportiva y la realización de ejercicio, contribuyen a la mejora y control a largo plazo de la grasa. Podemos aplicar también terapias que ayuden a controlar y mejorar factores que provocan el incremento de grasa, como los trastornos digestivos, metabólico o psicológicos asociados.
A veces puede ser necesaria una intervención mediante técnicas localizadas, quirúrgicas o no. Entre las quirúrgicas la liposucción o sus variantes, y en casos más extremos la cirugía bariátrica o reducción de estómago, y entre las no quirúrgicas, la cavitación, la criolipólisis, la radiofrecuencia, la mesoterapia, entre otras. Estas técnicas deben ser aplicadas de forma individualizada, tras un diagnóstico adecuado por parte de un especialista en Medicina Familiar, y siempre englobadas en una estrategia integral, pues de forma aislada no serán capaces de solucionar de forma adecuada el problema.
Como dijimos antes, en los últimos años han aparecido nuevos tratamientos farmacológicos para el manejo de la obesidad. También deben utilizarse dentro de una plan global e individualizado.
En definitiva, estamos hablando probablemente del problema de salud más importante de nuestra sociedad, que además está en claro aumento, debido a las circunstancias sociales. Como tal, debe ser abordado de forma integral e individualizada, tratando de evitar estrategias poco realistas y cortoplacistas. Todo ello debería ir acompañado en el aspecto sociopolítico de planes generales que tratasen de evitar las vías de entrada de este problema, legislando medidas encaminadas a la mejora de la calidad de los alimentos comercializados, fomentar el ejercicio físico, incentivar la educación ciudadana en aspectos nutricionales y de salud, y proveyendo a los servicios públicos de salud de las herramientas necesarias para el manejo de esta grave patología.