La ansiedad y los ataques de pánico: cómo aprender a controlarlo

Escrito por: Irene Giménez
Publicado:
Editado por: Patricia Pujante Crespo

La ansiedad en un mecanismo defensivo y adaptativo, y por tanto, es buena, funcional y normal, ya que nos permite estar alerta ante situaciones consideradas como amenazantes. Gracias a la ansiedad mejoramos el rendimiento y somos capaces de anticiparnos a una respuesta adaptativa, enfrentándonos así correctamente a los riesgos o amenazas que nos podrían llegar a perjudicar. Pero, en determinadas ocasiones, este mecanismo adaptativo funciona de manera alterada, produciendo problemas de salud que pueden llegar a incapacitarnos.

 

Cuando nuestro nivel de ansiedad se vuelve patológico hablamos de trastornos de ansiedad, y resulta necesario ponernos en manos de un experto para poder solucionarlos.

Chico sujetándose la cabeza nervioso - ansiedad y ataques de pánico by Top Doctors
A veces la ansiedad afecta en exceso, produciendo un ataque de pánico

¿Cómo podemos saber que nuestra ansiedad no es normal, sino patológica?

La ansiedad patológica se define como un estado de activación del sistema nervioso que se acompaña de alteraciones en el área cognitiva, tales como sentimientos pesimistas, preocupación por el futuro, etc., alteraciones en el área conductual y relacional (irritabilidad, inquietud, conductas de evitación, deterioro laboral, tensiones familiares…), así como alteraciones en el área somática, con palpitaciones, sensación de nudo en el estómago, nerviosismo, sequedad de boca, temblor, sudoración, alteraciones del sueño, etc., pero que tienen lugar sin la presencia de un estímulo que las justifique.

 

La etiología de los trastornos de ansiedad puede ser diversa: predisposición genética, desequilibrio de las sustancias químicas del cerebro, un acontecimiento estresante (un examen, una ruptura de pareja, el acoso escolar o laboral, un conflicto familiar, la enfermedad o muerte de un ser querido, etc.), o ciertos rasgos de personalidad que predisponen más que otros a sufrir ansiedad.

 

Dentro de los trastornos de ansiedad encontramos distintos subtipos: trastornos de ansiedad generalizada, fobias, Trastorno Obsesivo Compulsivo, hipocondrías y los tan temidos ataques de pánico.

 

¿Cómo puede afectar la ansiedad a la salud del paciente y cómo debe abordarse?

Las personas con ansiedad tienen más propensión a sufrir una crisis aguda de ansiedad, conocida también como ataque de pánico, en algún momento de su vida, y todas ellas coinciden en describir dicha situación como extremadamente desagradable. Un ataque de pánico tiene una duración relativamente corta (entre 5 minutos y ½ hora), pero durante ese periodo de tiempo el sujeto se siente morir: su pulso se acelera, siente presión en el pecho, hormigueo en las manos, asfixia o ahogo, visión borrosa, etc. Muchas veces se confunde un ataque de pánico con un ataque al corazón y el sujeto acaba acudiendo a urgencias pensando que va a morir.

 

Si bien los trastornos de ansiedad, como ya hemos avanzado, deben ser diagnosticados y tratados por un profesional en Psicología, a continuación se describen ciertas pautas a seguir cuando un ataque de pánico tiene lugar, ya que es necesario que el paciente sepa distinguir lo que le ocurre e intentar rebajar la intensidad de su respuesta fisiológica, para hacer lo menos desagradable posible ese momento.

 

Si el paciente tiene ciertas pautas para auto controlar su ansiedad, independientemente del tratamiento psicológico que lleve a cabo con el profesional, su miedo a que el ataque de pánico se reproduzca le invalidará menos, porque contará con recursos para hacerle frente por sí solo.

 

Estos “trucos” serían los siguientes:

  • Respiración diafragmática lenta: cuando tenemos ansiedad hiperventilamos y oxigenamos más de la cuenta. Para bajar las pulsaciones aguantaremos el aire contando tranquilamente hasta cuatro y expulsaremos el aire suavemente. Repetiremos la operación hasta notar que la respiración se vuelve más cómoda.
  • Visualizar: miraremos algo concreto, centrando nuestra visión en el mundo externo (una matrícula de coche y sus números, etc.). Ver-afuera nos ayuda a darnos cuenta de que vemos bien y a recuperar una cierta sensación de equilibrio. También será útil escuchar sonidos, prestar atención a una canción que suena…, así como tocar alguna cosa, con el objetivo de alejarnos de la sensación de des-realización en la que nos encontramos mientras sufrimos un ataque de pánico.
  • Repetirnos alguna frase que podemos haber preparado previamente con nuestr@ psicólog@, y que nos haga entender que lo que nos ocurre es que tenemos mucho miedo pero no vamos a morir, y nuestro miedo bajará a medida que actuemos con normalidad.

                                                                                                       

No obstante, no debemos temer ni avergonzarnos de ponernos en manos de un profesional. Pedir ayuda es de valientes y, del mismo modo que no tenemos problema en acudir al médico cuando nos duele algo, no deberíamos dudarlo ni un instante cuando nuestro malestar es psicológico. Una vez descartado que los síntomas fisiológicos que sufrimos no son debidos a cualquier otro tipo de causa médica, es hora de dejarnos ayudar por un experto, de aprender a modificar patrones conductuales mal elaborados, es hora de aprender a ser felices.

Por Irene Giménez
Psicología

Prestigiosa especialista en Psicología, la Sra. Giménez es experta en ansiedad, control emocional, dependencia emocional, impulsividad, psicología adultos, terapia cognitivo conductual, terapia de grupo y violencia de género, entre otros trastornos y procesos psicológicos.

Compagina la terapia individual para adultos en el Institut Dra. Natalia Ribé con el programa ARHOM, programa de atención y reinserción para hombres que usan la violencia física, psíquica u otras formas de violencia en sus relaciones de pareja o con algún miembro de su familia.

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