¿Está el bruxismo relacionado con los trastornos de la ATM?
La articulación temporomandibular (ATM) es una de las articulaciones del organismo más complejas porque une un hueso móvil, que es la mandíbula, con otro inmóvil en la base del cráneo, y el movimiento de la de un lado varía la posición de la del otro. Es la encargada de producir los movimientos de abertura y cierre de la boca, con la ayuda imprescindible, como en todas las articulaciones, de la acción de los músculos.
Estos músculos son fundamentalmente dos grupos: los que elevan la mandíbula o musculatura masticatoria, y los que abren la boca. Los más importantes y verdaderos protagonistas son los primeros.
La ATM es una articulación móvil y esto la hace susceptible a sufrir alteraciones en su funcionamiento porque tiene que soportar una sobrecarga mantenida en el tiempo. Por otra parte, la musculatura masticatoria es muy potente, capaz de desarrollar mucha fuerza, ya que está diseñada para la masticación. Todas estas cargas o fuerza desarrollada la recibe la boca y las articulaciones y, si no se reparte dentro de un equilibrio que puedan soportar nuestras articulaciones, se puede llegar a producir una patología o desarrollar fallos, lo que altera la calidad de vida del paciente e influye en la alimentación, la deglución e incluso el habla. Un ejemplo muy ilustrativo podría ser imaginarnos un puente en el que no estén bien repartidas todas las fuerzas que soporta. Si no se ponen refuerzos donde se necesite empezarán a aparecer grietas, y puede llegar a romperse.
¿Qué relación tiene la ATM con el bruxismo?
El bruxismo se define como la contracción involuntaria e inconsciente de la musculatura masticatoria, pero fuera de la masticación. Los momentos considerados “fuera de la masticación” son distintos según la persona. La noche (durante el sueño) es el momento más común pero hay personas que también “rechinan” los dientes de día, asociados a momentos de concentración o a esfuerzos físicos, por ejemplo.
El bruxismo es muy frecuente y va desde prácticamente el nacimiento, nos acompaña durante la vida adulta, pudiéndose dar también en la vejez. Es la consecuencia de todas esas fuerzas, aplicadas sobre los dientes, las encías y las articulaciones. Hay que recordar que la musculatura masticatoria hace que la boca se cierre, y de ahí que la gente asocie comúnmente el bruxismo con apretar los dientes o rechinarlos.
Los trastornos que puede originar el bruxismo, por un mal reparto y adaptación a esas fuerzas, son los Trastornos Temporomandibulares (TTM).
¿Cuál es la causa de la aparición de los Trastornos Temporomandibulares (TTM)?
No existe evidencia de una única causa sino que es algo multifactorial derivado, muchas veces, del estrés cotidiano, preocupaciones diarias y ansiedad. Además, hay otros factores que pueden influir en el hecho que esas articulaciones sean más propensas a desarrollar alteraciones, tales como algunos tipos de mordidas o traumatismos en la cara.
¿Cuáles son los síntomas de los TTM?
Los TTM pueden producir síntomas derivados de la alteración en el sistema muscular y pueden producir daño en la propia articulación o ambas, que suele ser lo más frecuente. Los síntomas derivados de la sobrecarga muscular son propios de la contractura muscular que deriva de la contracción repetida, noche tras noche, día tras día, etc. Conlleva puntos dolorosos a la palpación de los diferentes músculos, y dolor. Este dolor es irradiado, lo que quiere decir que empieza en un punto y de ahí va hacia otros sitios. Se suele describir el recorrido que hace con un dedo, siendo difícil su localización en un único punto.
Suele provocar cefaleas (el bruxismo es la causa más frecuente de cefaleas), dolor de oídos, dolor de muelas (sin patología dental), dolor de encías, dolor de cuello, etc. También es frecuente que, al comer, debido a la masticación y por el uso de esa musculatura dañada exista dolor o también al bostezar, por estiramiento de esa musculatura. Es como un deportista que ha tenido una contractura en un grupo muscular y sigue haciendo deporte, sin hacer reposo un tiempo: desarrollará molestias.
Asimismo, es posible que también exista sensación de que los dientes no encajan. Esto es debido a que la musculatura, estando contracturada, cambia la posición de reposo de la mandíbula, haciendo que su posición dentro de la articulación también cambie. Esto produce alteraciones que favorecerían una inflamación en el interior de ella.
Toda esta sintomatología muscular siempre precederá o convivirá con la sintomatología que va a provocar el daño articular. Los chasquidos o ruidos al abrir y cerrar la boca son típicos del inicio del daño articular. Pueden presentarse ocasionalmente como, por ejemplo, al masticar o siempre que abrimos y cerramos la boca. Por otra parte, los bloqueos, limitaciones del movimiento articular o sensación de que no se puede abrir la boca del todo, son otros de los síntomas que indican que se está iniciando el deterioro. Suelen ser más frecuentes por la mañana, tras haber estado “apretando los dientes” por la noche. Al principio se autoresuelven, hasta que llega un punto en el que, si no se ha puesto tratamiento, puede llegar a producirse un bloqueo articular completo, que es una de las urgencias dentro de los TTM.
Y, finalmente, el dolor es otro de los síntomas principales, que suele acompañar a esos chasquidos y bloqueos. Suele ser mucho más frecuente cuando ya existe el bloqueo completo y es debido a la inflamación de estructuras intraarticulares. Es un dolor muy distinto al muscular y, a veces, coexisten. Normalmente el paciente puede localizar el dolor con punta de dedo delante de la oreja, que es donde esta la articulación. Así como los dolores musculares eran irradiados y tenían un recorrido, este no. Es un dolor que se da con la función articular: al abrir y cerrar, al protruir o llevar la mandíbula hacia delante o hacia los lados. Por eso para los especialistas en Cirugía Oral y Maxilofacial lo más complejo es un diagnóstico correcto, en la diferenciación entre la clínica muscular y la articular.
¿Cómo diagnosticar los Trastornos Temporomandibulares?
Para que el diagnóstico sea correcto y se establezca un buen plan de tratamiento es importante acudir a un centro donde se den las condiciones necesarias para tratar este problema desde un punto de vista global. Esto significa que cohabiten diversos especialistas: cirujano maxilofacial, fisioterapeuta y odonto-estomatólogo. Este es el elemento más importante para un buen diagnóstico. En base a esto, se establecerá el plan de tratamiento tras la exploración.
De la exploración debe partir una sospecha: si es un cuadro puramente muscular o miofascial, donde las articulaciones están adaptadas a esa sobrecarga, o bien si se da también una sobrecarga articular (con la clínica asociada). En base a eso, y cuando se sospecha de un deterioro articular, se solicitará una resonancia magnética nuclear, prueba que informa del estado y la posición de los elementos articulares, así como de su dinámica.
Se puede decir, entonces, que existe una clara relación entre el bruxismo y el desarrollo de los trastornos temporomandibulares. Es necesario acudir a una unidad especializada en el tratamiento global de estas afecciones para conseguir el éxito en el tratamiento.