¿Es la obesidad infantil un problema en España?
Escrito por:La obesidad infantil es un problema a nivel mundial. También en España ha habido un importante incremento en los últimos años. Algunas publicaciones concluyen que la prevalencia actual del sobrepeso en España pueden alcanzar hasta un 40%.
La obesidad es una condición multifactorial en la que coexisten factores de riesgo de tipo ambiental y genético. En cuanto al papel de los factores genéticos, es muy poco lo que se ha avanzado en su estudio a pesar de los grandes esfuerzos realizados. En los últimos estudios genéticos a nivel mundial, se ha demostrado que existen mutaciones a lo largo del genoma que conducen a diferentes formas de obesidad, en diferentes etapas de la vida, incluyendo la edad pediátrica.
¿Qué factores contribuyen a la obesidad?
Para poder tratar la obesidad infantil se deben conocer aquellos factores que contribuyen a agravar el problema, lo cual nos permitirá una actuación más temprana.
- Se sabe que aquellas madres que han padecido diabetes gestacional tienen niños que al nacer ya presentan un peso elevado y son propensos a obesidad.
- También sabemos que los niños con retraso de crecimiento intrauterino o los prematuros con bajo peso al nacimiento, que en sus primeros años de vida recuperan el peso muy rápidamente, tienen más riesgo de obesidad y sus consecuencias.
- Los niños que crecen en familias de obesos tienen más probabilidad de ser obesos en la infancia, juventud y edad adulta
- Es importante conocer que los niños obesos tienen más probabilidades de desarrollar una serie de problemas de salud en la edad adulta. Entre ellos encontramos problemas cardiacos, diabetes, problemas osteoarticulares, como la artrosis, así como una mayor predisposición a padecer algunos tipos de cáncer como el de endometrio, mama o colon.
¿Cómo se puede prevenir la obesidad?
Hemos comentado algunos factores como la predisposición genética, diabetes gestacional, la prematuridad o el bajo peso al nacimiento que no se pueden evitar, pero también se ha comentado la importancia de los factores ambientales, entre los que se encuentra una correcta alimentación en las diferentes etapas del desarrollo, la realización de ejercicio físico y la concienciación de las familias ante este grave problema.
Uno de los pilares más importantes en la lucha contra la obesidad es la correcta alimentación y, es en este terreno donde el pediatra debe actuar orientando y un exhaustivo seguimiento.
En la etapa del lactante se destaca la importancia de la lactancia materna. Si la madre puede, debe ser exclusiva hasta los 6 meses y mantenerla junto al resto de los alimentos, por lo menos, hasta el primer año de vida y, si es posible, hasta el segundo. En el caso de que la lactancia sea con fórmulas de leche adaptada, hay que evitar que lleven excesivos azucares, comprobando una correcta relación de proteínas y el número de tomas diarias que se le ofrece al bebe.
La introducción de la alimentación complementaria se inicia a partir del sexto mes y debe de adecuarse a las necesidades de cada niño. En el segundo año de vida se debe favorecer la introducción de alimentos sólidos, así como la introducción progresiva de carnes, pescados, legumbres y sobre todo verduras y frutas. En esta edad el niño tiene curiosidad por probar los alimentos nuevos y es un buen momento para introducir alimentos saludables.
En la etapa preescolar, desde los 2 a los 5 años, se inicia lo que llamamos “neofobia”, es decir, rechaza alimentos que hasta ese momento comía y se hace más caprichoso y selectivo. Es una etapa crucial en la que se debe insistir en la alimentación sana y equilibrada y no ceder al capricho del niño. Es importante aumentar el consumo del agua y recalcar la importancia del desayuno. Se debe estimular la actividad física para crear el hábito, que se mantendrá en las siguientes etapas de la vida.
En las últimas etapas, la escolar y la adolescencia, los condicionamientos sociales pueden alterar los hábitos hasta ahora alcanzados. Hacer hincapié en tomar frutas y verduras y no iniciar el consumo indiscriminado de productos manufacturados; bollería y alimentos ricos en azucares y grasas.
Por último recordar que la obesidad infantil no solo tiene un efecto negativo en la predisposición a las enfermedades ya comentadas, sino que, además, determina diversos riesgos en el ámbito psicológico, biológico y social. Puede llevar al niño a sufrir aislamiento social y disminución de la autoestima, afectando a sus relaciones sociales, personales, familiares e incluso académicas. El pediatra debe acompañar a los niños y a sus familias durante estas etapas para guiarlos y detectar si hay algún problema que se pueda solucionar antes de que llegue a hacerse demasiado importante