El alcohol en la adolescencia: un factor que incrementa el riesgo de demencia
El consumo de alcohol durante la adolescencia y su relación con el aumento del riesgo de demencia ha sido científicamente confirmado. Este hábito, cuando se inicia en edades tempranas, disminuye la capacidad del cerebro para resistir los efectos del envejecimiento y aumenta la probabilidad de sufrir trastornos demenciales, como el Alzheimer.
La relación entre el consumo de alcohol en la adolescencia y la demencia
Desde una perspectiva profesional, se destaca la frecuente presencia en consultas de pacientes con problemas de adicción, donde el consumo de alcohol es un factor predominante en casi todos los casos. Este consumo se erige como uno de los principales desencadenantes de la experimentación con otras drogas o el desarrollo de otras dependencias, como el cannabis, la cocaína, el juego o la prostitución.
Resulta interesante observar que muchos pacientes no reconocen el consumo de alcohol como un problema relevante al acudir a consulta. Incluso aquellos que buscan ayuda por otras adicciones muestran resistencia a la idea de abandonar el consumo de alcohol como parte del proceso terapéutico, a pesar de reconocer su papel como desencadenante.
Existe una normalización social del consumo de alcohol que no se percibe de la misma manera con otras sustancias adictivas. Es común escuchar frases como: "¿Qué daño puede hacer un par de cervezas, verdad?". Sin embargo, esta actitud sería similar a la de un diabético que afirma: "Un par de donuts no tendrán consecuencias, ¿cierto?".
El consumo de alcohol se entrelaza con una amplia gama de dependencias y, además, suele estar vinculado a otras problemáticas a nivel psicológico, como:
- Trastornos de la personalidad.
- Depresión.
- Distimia.
- Procesos de duelo.
- Trastornos de estrés postraumático.
- Agorafobia.
Cuando se combinan el consumo de alcohol, otras drogas y problemas de salud mental, ya sea como causa o efecto, se da lugar a lo que se conoce como "patología dual", generando no solo problemas físicos o psicológicos, sino también impactos significativos en áreas sociales, familiares, de pareja, laborales y económicas.
Es esencial que la sociedad tome conciencia de las consecuencias reales del consumo de alcohol si deseamos que las futuras generaciones disfruten de un envejecimiento con un funcionamiento cognitivo óptimo.
De lo contrario, si no se inician campañas efectivas de sensibilización y concientización sobre este consumo, permitiendo que los jóvenes beban sin abordar el tema con seriedad, corremos el riesgo de convertirnos en una sociedad cada vez más afectada cognitivamente y con una calidad de vida deficiente en la tercera edad.