Despejar las incógnitas del autismo

Escrito por: Sara Céspedes Mercé
Publicado: | Actualizado: 13/06/2022
Editado por: Cristina Mateo

El autismo es un trastorno del desarrollo infantil que se manifiesta en los primeros tres años de la vida y se caracteriza porque no aparecen –o lo hacen de modo desviado– algunos aspectos normales del desarrollo: competencias para relacionarse, comunicarse y comportarse como los demás.

 

El diagnóstico se establece cuando se observan los síntomas característicos. No existe ningún test o prueba médica que determine con certeza la presencia o ausencia de autismo, sino que el diagnóstico se hace observando la conducta, conociendo su historia del desarrollo y aplicando una batería de pruebas médicas y psicológicas. A pesar de que el juicio clínico se basa en la observación, los actuales criterios internacionales tienen la fiabilidad suficiente para asegurar, en mayor medida que en otros trastornos psiquiátricos infantiles, la validez del diagnóstico.

 

También contamos con sistemas de obtención de información que otorgan mayor fiabilidad a la clasificación diagnóstica, como son: la entrevista ADI- R y sistemas estructurados de observación como el ADOS-G. Aunque el objetivo es conseguir un diagnóstico lo antes posible, esto no es óbice para que pueda hacerse más tardíamente, como en adultos que no han sido previamente diagnosticados.

 

El diagnóstico de un TEA consta de dos pasos:

  • Evaluación del desarrollo.
  • Evaluación diagnóstica integral.

 

La observación conductual de un niño con autismo con fines diagnósticos es una tarea compleja que debe ser realizada por profesionales expertos (neuropediatras, psiquiatras o psicólogos). Se debe realizar una exploración física y neurológica completas, con pruebas de visión y audición.

 

Para realizar el diagnóstico del autismo se deben detectar déficits severos en tres áreas:

  1. Alteración cualitativa de la interacción social.
  2. Alteración cualitativa de la comunicación.
  3. Patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos, repetitivos y estereotipados.

 

Síntomas más frecuentes: a qué debemos prestar atención

 

No todos los niños presentan todos los síntomas ni tampoco ninguno de ellos es decisivo. Consecuentemente, la ausencia de cualquiera de ellos no es excluyente del diagnóstico de autismo. Aunque algunos estudios e informes familiares señalan anomalías observables en los primeros 12–18 meses de vida, realmente no es a partir de los 24 meses cuando se aprecian, con mayor intensidad, los síntomas característicos. El desarrollo del lenguaje, en los primeros años de vida, presenta un retraso significativo o características peculiares en una mayoría de personas con TEA.

 

Los síntomas más característicos empiezan a percibirse a partir de los dos años.

 

En niños de alrededor de dos años de edad, los síntomas más frecuentes son: la ausencia de una mirada normal a los ojos; el no compartir interés o placer con los otros; la falta de respuesta al ser llamado por su nombre; el no llevar y mostrar cosas a los demás, y el no señalar con el dedo índice.

 

A modo de resumen, se podrían destacar los siguientes síntomas:

  • Movimientos corporales estereotipados.
  • Anomalías en la emisión, forma y contenido del lenguaje.
  • Marcadas anomalías en la comunicación no verbal.
  • Insistencia irracional en el seguimiento de rutinas.
  • Intereses o actividades restringidos.
  • Déficits en la reciprocidad social o emocional.

 

¿Qué diferencia el trastorno de Asperger, el trastorno autista y la denominada persona “de alto nivel de funcionamiento” con autismo?

 

Para ser diagnosticado de trastorno de Asperger la persona no debe presentar retraso en la adquisición del lenguaje y su cociente intelectual debe situarse en los límites de la normalidad. Ambos aspectos son esenciales para el diagnóstico y diferencian el Asperger del resto de los TGD o TEA.

 

Muchos expertos cuestionan el que se requiera una ausencia de retraso en el lenguaje como elemento esencial y determinante en el diagnóstico. Además, los actuales sistemas internacionales de clasificación provocan cierta confusión, ya que basta con utilizar palabras a los dos años y frases comunicativas a los tres, para tipificar un desarrollo normal del lenguaje; una realidad que no refleja la complejidad de un posible retraso en la comunicación.

 Sara Céspedes Mercé

Por Sara Céspedes Mercé
Psicología

La Sra. Sara Céspedes Mercé es una gran especialista en Psicología. Cuenta con una extensa formación en distintos ámbitos de la especialidad, como estrés postraumático, psicología forense, depresión, informe pericial y duelo, entre otros tratamientos y patologías.

Graduada en Psicología por la Universidad de Valencia, cursó un Máster universitario en Psicología General Sanitaria en la Universidad Europea de Valencia y actualmente está cursando un Máster en Psicología Clínica en el Centro de Terapia de Conducta en Valencia. Además, ha realizado numerosos cursos de formación y un Postgrado en Terapias de Tercera Generación y un Postgrado en Psicología Forense.

En la actualidad, ejerce en el Gabinete Psicopedagógico Gabaldón.


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