Dermatitis atópica en niños: causas, síntomas y consejos prácticos para su manejo diario
La dermatitis atópica, también conocida como eccema, es una afección cutánea común en niños que causa enrojecimiento, picazón e inflamación en la piel. Es una de las enfermedades dermatológicas más frecuentes en la infancia y suele aparecer en los primeros años de vida.
Aunque puede aparecer a cualquier edad, es más común en bebés y niños pequeños. En algunos casos, puede mejorar o desaparecer a medida que el niño crece, aunque hay quienes la experimentan hasta la adolescencia o la adultez.
¿Qué causa la dermatitis atópica?
Aunque la causa exacta de la dermatitis atópica no se conoce, se cree que hay una combinación de factores genéticos y ambientales que influyen en su aparición. Los niños con antecedentes familiares de asma, rinitis alérgica o alergias alimentarias tienen un mayor riesgo de desarrollar dermatitis atópica. La piel de estos niños es más sensible a irritantes externos como cambios climáticos, ciertos tejidos o productos químicos presentes en jabones y detergentes.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas más comunes de la dermatitis atópica incluyen:
- Piel seca y escamosa.
- Enrojecimiento.
- Picazón intensa (que puede empeorar por la noche).
- Zonas inflamadas, especialmente en las mejillas, pliegues de codos, detrás de las rodillas y en el cuello.
En casos más severos, la piel puede llegar a agrietarse y sangrar, lo que aumenta el riesgo de infecciones.
¿La dermatitis atópica es contagiosa?
No, la dermatitis atópica no es contagiosa. Es importante que los padres y cuidadores comprendan que el niño no puede transmitir la enfermedad a otros, ni a través del contacto directo ni de compartir objetos.
¿Cómo se puede controlar en casa?
Aunque no existe una cura definitiva para la dermatitis atópica, hay varias medidas que pueden ayudar a reducir los síntomas y prevenir brotes:
- Hidratación diaria: mantener la piel bien hidratada es fundamental. Es recomendable aplicar cremas o emolientes varias veces al día, especialmente después del baño, para sellar la humedad en la piel.
- Baños cortos y tibios: los baños deben durar entre 5 y 10 minutos con agua tibia, ya que el agua caliente puede resecar aún más la piel. Es preferible usar jabones específicos de piel atópica, suaves y sin fragancia.
- Ropa de algodón: vestir al niño con ropa de tejidos suaves, como algodón, puede reducir la irritación. Evitar el uso de lana o telas sintéticas que tienden a irritar la piel.
- Evitar factores desencadenantes: polvo, suavizantes, perfumes, polen, detergentes fuertes o los cambios extremos de temperatura pueden agravar los síntomas. Identificar y evitar estos factores es clave para reducir los brotes.
- Cuidado de las uñas: mantener las uñas del niño cortas ayuda a evitar que se rasque y dañe la piel, lo que podría llevar a infecciones.
¿Cuándo debería acudir a un médico?
Aunque muchas veces se puede manejar la dermatitis atópica en casa, es recomendable acudir al médico cuando:
- Los síntomas no mejoran con las medidas caseras.
- La piel presenta brotes de eczema, como placa rojiza, descamativa,...
- El niño experimenta mucha incomodidad o pérdida de sueño por la picazón.
- Hay dudas sobre posibles alergias relacionadas con la dermatitis.
¿Qué tratamientos médicos existen?
El tratamiento médico de la dermatitis atópica varía según la severidad del caso. En muchos casos, el pediatra o dermatólogo puede recomendar el uso de cremas con corticoides para reducir la inflamación y controlar los brotes. También pueden sugerirse antihistamínicos para aliviar la picazón o antibióticos si hay infecciones.
En los casos más graves, existen terapias avanzadas como los inmunomoduladores tópicos o tratamientos con luz ultravioleta, que suelen ser administrados bajo la supervisión de un especialista.
¿La dermatitis atópica desaparece con el tiempo?
En algunos niños, la dermatitis atópica tiende a mejorar o incluso desaparecer con la edad, especialmente durante la adolescencia. Sin embargo, no todos los casos siguen este patrón. Para otros, puede ser una condición crónica que requiere cuidados continuos. En cualquier caso, seguir las recomendaciones médicas y mantener una rutina adecuada de cuidado de la piel es esencial para minimizar los brotes.