Consecuencias y remedios para las defensas bajas
Escrito por:Hoy vi una paciente que venía preocupada por tener infecciones recurrentes. Me paso todo el año con infecciones y me han dicho varias veces que tengo las defensas bajas - me dice la paciente.
Pero, ¿a qué nos referimos cuando decimos que tenemos las defensas bajas?
Son varios los contextos en los que veo que se utiliza este término. Algunos ejemplos son: pacientes que tienen infecciones continuamente, como las de la paciente que atendí hoy, requiriendo uso constante de antibióticos. Mujeres con candidiasis de repetición, sin que se llegue a solucionar el problema. Pacientes con herpes recurrente, uno tras otro, incluso utilizando antivirales. Personas con catarros constantes. Pacientes con diarreas persistentes. Así pues, podemos afirmar que las infecciones constantes son una señal de defensas bajas.
A menudo, los pacientes que tienen cansancio crónico también refieren que tienen las defensas bajas. También los pacientes que tiene procesos inflamatorios, dolores articulares, manchas en la piel o úlceras orales (entre otros síntomas) creen tener las defensas bajas.
Muchas personas creen que con el estrés las defensas bajan. Cuando se baja mucho de peso también uno sospecha que las defensas bajan. También es frecuente pensar que algunos medicamentos como los antibióticos bajan las defensas.
Esta sabiduría popular no deja de estar bien encaminada en muchos casos. Sin embargo, en la mayoría de pacientes que evalúo, no hay una cuantificación disponible real de defensas, más allá de un hemograma (recuento sanguíneo básico).
Cuantificación y tratamientos para las defensas bajas
Entonces, ¿las defensas se pueden medir? Pues sí. El sistema de defensas o sistema inmunológico tiene muchos componentes medibles. Y muy importante: algunos componentes del sistema de defensas se pueden reemplazar. Por ello es muy importante cuantificar adecuadamente las defensas con pruebas sanguíneas especializadas, ya que si hay un componente bajo reemplazable esto puede significar la introducción de terapias que pueden cambiar la vida de las personas. Así, por ejemplo, las inmunoglobulinas se pueden administrar por vía intravenosa y también por vía subcutánea.
Algunas vitaminas, sin ser propiamente defensas, son importantes en la regulación de las funciones del sistema inmunológico. Por ello también es importante la medición de algunas vitaminas que si están bajas podemos reemplazar, como la vitamina D.
Por el contrario, cuando los inmunólogos detectamos defensas bajas que no se pueden reemplazar entonces podemos utilizar vacunas profilácticas. Así, por ejemplo, las personas con deficiencia de algunos factores de complemento y que tienen infecciones recurrentes pueden mejorar si se administran vacunas anti-neumococo, anti-hemófilus y anti-meningitis.
Las personas con deficiencias de neutrófilos pueden beneficiarse del uso de factores estimuladores de colonias; los pacientes con déficit de algunas citocinas lo pueden hacer con algunas citocinas disponibles para uso clínico.
En otros casos, incluso si la cuantificación resulta normal, podemos intentar potenciar las defensas, por ejemplo, utilizando vacunas bacterianas o de hongos que se pueden administrar por vía mucosa.
Muchos pacientes encuentran beneficio con algunas de estas intervenciones.