Conducta infantil y adolescente: ¿trastornos del comportamiento o mal comportamiento?

Escrito por: Yinet Gómez Hermida
Publicado:
Editado por: Yoel Domínguez Boan

A menudo muchos padres acuden a mi consulta solicitando ayuda por los problemas del comportamiento con los hijos y la necesidad de orientación para gestionar los mismos.

De ahí, que me parezca tan necesario diferenciar entre un problema de comportamiento, que altera el bienestar del niño y del adolescente, de su familia y del entorno, de los trastornos del comportamiento clasificados en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) en el apartado de trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta, y que corresponden con:

  • Trastorno negativito desafiante (TND).
  • Trastorno explosivo intermitente (TEI).
  • Trastorno de conducta (TC).
  • Trastorno de la personalidad antisocial.
  • Piromanía.
  • Cleptomanía y otros trastornos disruptivos del control de los impulsos y de la conducta.

Además de estos trastornos del comportamiento, deben tenerse en cuenta la existencia de otros trastornos psiquiátricos que acostumbran a ir acompañados de alteraciones y cambios en el comportamiento. Algunos de ellos, son el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, los trastornos de ansiedad, el trastorno obsesivo-compulsivo, los trastornos del humor (depresión, trastorno bipolar), el trastorno del espectro autista, el retraso mental, el abuso de substancias y la psicosis.

En esta línea, debe mencionarse también que existen procesos neurológicos orgánicos que pueden ocasionar un problema de comportamiento, como por ejemplo la epilepsia.

En muchos casos es difícil distinguir entre un comportamiento “normal” y uno “patológicopor el desconocimiento a veces del tema y porque es muy común en la crianza que veamos las conductas de nuestros hijos como problemáticas, ya que dependiendo de cómo entendemos la crianza, vamos elaborando patrones, los cuales generalmente construimos por imitación (como nos han criado) o por instinto. Por lo que si nuestros hijos no se comportan como nosotros cuando éramos pequeños, podemos pensar que hay un problema.

Debemos tener en cuenta que a medida que pasa el tiempo, la sociedad evoluciona y que nuestros hijos tienen hoy en día recursos como internet (que cada vez es más avanzado) por lo que también su forma de relacionarse, la visión de mundo y demás aspectos van cambiando.

A veces, cuando los niños tienen un comportamiento no esperado, son los padres los que pueden sentirse mal y culpables, achacando este comportamiento a un estilo de educación. Cosa que no tiene por qué ser así en todos los casos.

En niños pequeños, los problemas más habituales son las dificultades u oposición para seguir las normas marcadas, excesivos miedos, complicaciones con la alimentación o el control de los esfínteres, como puede ser el hacerse pis en la cama o caca en el pañal.

También pueden tener dificultades en las relaciones con los demás, algo que es habitual y evolutivo, además, la constante interacción entre ellos, hará que se autorregulen y aprendan a relacionarse mejor, siempre con la supervisión de un adulto.

Solo si las dificultades en las relaciones con los demás persisten y se vinculan con algún trastorno del desarrollo habría que indagar más.
 

 

 

Sintomatología Trastorno del Comportamiento

La mayor parte de los trastornos psiquiátricos tienen varios síntomas relacionados con cuatro áreas o dominios:

  • Problemas de comportamiento. Las fuentes de información serán los padres y profesores. La información proporcionada por el menor tiene un valor limitado, siendo a menudo las más comunes las siguientes:
  • Conducta desafiante, a menudo asociada a irritabilidad rabietas o estallidos de ira
  • Agresividad y conducta destructiva
  • Conductas antisociales.

 

Problemas de conducta infantil
Las rabietas o estallidos de ira se asocian a los trastornos del comportamiento
 


 

Sintomatología emocional

  • Es preciso investigar sobre los distintos miedos, ansiedad, síntomas depresivos, somatizaciones.  
  • Las estructuras cerebrales que intervienen sobre los comportamientos prosociales y antisociales son básicamente el sistema límbico, con especial importancia el hipotálamo y la amígdala, y la corteza prefrontal. Los niveles bajos de serotonina en el cerebro se asocian a niveles elevados de agresividad de tipo impulsiva.
  • Información que puedan aportar los padres sobre los diferentes hitos del desarrollo, sobre la atención y regulación, el lenguaje, juego, habilidades motoras, control de esfínteres, logros académicos (sobre todo la lectoescritura y matemáticas).
  • Dificultades en la relación social. Las relaciones sociales cambian con el desarrollo. En ocasiones las dificultades en las relaciones sociales estarán causadas por el propio adolescente, y en otras por un grupo de iguales, ya sea por algún tipo de rechazo no asociado a su comportamiento, como por ejemplo su condición social o aspecto físico.

Al margen de valorar estas áreas del comportamiento adolescente, debe valorarse también las posibles dificultades del sistema familiar, ya que en ocasiones resultan más relevantes que los problemas del propio adolescente.

Varios estudios mencionan la importancia que tienen las funciones ejecutivas en los Trastornos del Comportamiento.

La función ejecutiva consiste en una serie de habilidades emocionales, cognitivas y motivacionales que salen de circuitos y estructuras de los lóbulos frontales, con grado de jerarquía funcional y especialización. Así, en el área orbito-frontal existiría una participación importante de la autorregulación del comportamiento, toma de decisiones, interpretación de resultados. Por su parte, las regiones dorsolaterales inciden en la anticipación, en el diseño de planes, en establecer metas selección de conductas y comportamientos, la flexibilidad en el trabajo cognoscitivo y su organización en el tiempo y en el espacio, para obtener resultados eficaces en la solución de problemas

 

 

¿Cuáles son los factores de riesgo?

Los niños pequeños son más sensibles a los cambios ambientales que los niños mayores, ya sean positivos o negativo. Por este motivo, la etapa preescolar se convierte en un periodo de tiempo de riesgo de situaciones de negligencia o de abuso, aunque también en una oportunidad para que se pueda mejorar, si se aplican cambios ambientales protectores en el entorno.

Existen algunas situaciones que pueden influir en el comportamiento de los niños:

  • Factores biológicos: algunas alteraciones durante el embarazo y/o el parto como un peso muy bajo o el consumo de tabaco o alcohol de la madre durante el embarazo, así como los antecedentes familiares de enfermedades mentales influyen en el comportamiento de los niños; también el propio temperamento del niño durante la etapa de lactante.

    Niños tímidos o muy ansiosos, por ejemplo, pueden tener más riesgo de desarrollar un trastorno depresivo y/ ansiedad. Por su parte, niños con más temperamento ((irritabilidad, dificultades de sueño y de alimentación) desarrollan más frecuentemente trastornos de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).


 

  • Factores ambientales: algunos de ellos son situaciones “habituales de la vida” que la mayoría de los niños encajan con normalidad. Algunos ejemplos serían el nacimiento de un hermano, un cambio de etapa escolar, la vuelta de la madre o del cuidador principal a su trabajo...

    Debemos saber que hay niños especialmente susceptibles, en los que estos cambios son suficientes para alterar su comportamiento.

    Dependerá también de la capacidad de adaptación, incluso ante situaciones graves (pérdida de un ser querido, presencia de una enfermedad propia o familiar, separación de los padres, etc.)

 

Niño tablet
Existen distintos factores de riesgo que pueden predisponer a un niño
 

 

 

Factores de riesgo que pueden predisponer una persona a tener trastorno del comportamiento.

Los factores de riesgo pueden actuar como factores predisponentes, precipitantes o que perpetúan la conducta. Son los siguientes:

  • Bajo cociente intelectual (CI), sobre todo a nivel del CI verbal.
  • Padecer otro trastorno psicopatológico.
  • Psicopatología en los padres.
  • Conflictos conyugales en el hogar.
  • Crianza inconsistente o negligente, de trato severo, con pocas o nulas muestras de afecto pueden derivar en un trauma emocional y físico.
  • Temperamento con problemas de regulación emocional. Por ejemplo, la baja tolerancia a la frustración o niveles altos de reactividad emocional.
  • Temperamento con falta de empatía y culpa. Existe una capacidad inferior de respuesta emocional a los sentimientos o señales de los demás, y sin respuesta positiva a los castigos aplicados.
  • Padres con conductas delincuentes y consumidores de tóxicos.
  • Estatus socio-económico bajo.
  • Consumo de drogas en edades tempranas.
  • Vivir en un barrio expuesto con violencia.
  • Factores genéticos o neurobiológicos.

 

 

 

¿Se puede prevenir los trastornos del comportamiento?

Todas las intervenciones que se dirijan a la detección temprana y a la promoción de la salud en edades tempranas son una buena oportunidad para la prevención de patologías mentales futuras. El cuidado de las madres durante el embarazo, pautas de educación correctas y asertivas, la alimentación equilibrada y la realización de actividades saludables durante el tiempo libre reducen las probabilidades de que se desarrolle un problema psíquico.

No son recomendables los estilos excesivamente autoritarios, cuando los padres marcan al detalle todas las actividades, corrigen los errores descalificando a los niños y dan demasiadas órdenes. Tampoco lo son los sobreprotectores, como, por ejemplo, cuando los padres consideran a sus hijos como seres débiles y les facilitan o protegen en exceso.

La mejor manera de educar es a través de rutinas establecidas, con límites y normas realistas y dadas con cariño, reforzando el comportamiento positivo de los menores, haciendo más fácil la comunicación y la identificación de potenciales conductas inapropiadas.

 

 

¿Cómo se tratan estos trastornos?

Generalmente, se recomienda empezar por la psicoeducación, es decir, que los encargados de cuidar al niño sean conscientes del motivo de su comportamiento y sepan que hacer para ayudarle.

  • La terapia familiar multisistémica se trata de una terapia que se orienta a la familia y se implementa en el hogar.  
  • Terapia cognitivo conductual con el niño y/o adolescente. El objetivo de esta terapia es reducir las emociones y los pensamientos negativos, así como enseñar a reconocer las emociones propias y ajenas para desarrollar sus habilidades sociales.  
  • Programas en el entorno escolar. En diversos países, como el Reino Unido y EEUU, tienen programas oficiales que llevan a cabo en las aulas para trabajar esta problemática.
  • Se puede utilizar psicoterapia en algunos casos, pero siempre con la presencia y colaboración parental.  
  • Enseñar y entrenar técnicas de relajación adaptada en niños puede ser efectivo en aquellos con la capacidad suficiente para colaborar.
  • Aprender habilidades sociales, preferentemente en grupo, puede resultar muy útil en niños con dificultades para relacionarse.

En una gran mayoría de los casos se suele solucionar el problema de comportamiento o el Trastorno De Comportamiento que padece el niño, la niña o el adolescente.

Sin la colaboración e implicación de ambos progenitores y del entorno más cercano al niño (colegio, familia cercana, grupo de amigos y entorno) que son pilares fundamentales en el proceso, será muy difícil alcanzar resultados favorables.

El compromiso con la terapia y el cumplimiento de las tareas recomendadas por el terapeuta en ocasiones son difíciles de aplicar, por lo complejo que resulta hacer cambios en la estructura ya dañada, recordemos que a veces nos ocurre que es más fácil continuar en una conducta negativa que enfrentarse a las dificultades que se nos presentan en el proceso de cambio. Siempre vale la pena cambiar lo que ya no nos funciona, pero hay que intentarlo, no es suficiente solo con saberlo.

Es recomendable que ante cualquier indicio de que está ocurriendo algo en la vida de nuestros hijos que nos preocupe, acudamos a pedir ayuda a un especialista, siempre será mejor consultar ante la duda, que esperar a que se agudice el problema o estemos frente a un trastorno y no lo sepamos.

Fuente: artículo realizado en base a la experiencia y trayectoria profesional del doctor
Psicología en Málaga

Por Yinet Gómez Hermida
Psicología

La Sra. Yinet Gómez Hermida es una reputada psicóloga en Fuengirola y Estación de Cártama, en Málaga. Licenciada en Psicología por la Universidad de Matanzas Camilo Ciefuegos, en Cuba desde el año 2008 y ejerce como Psicóloga General Sanitaria en España desde el año 2012. A lo largo de sus más de diez años de experiencia se ha especializado en neuropsicología infantil, en psicoterapia infanto-juvenil, violencia de género y depresión, tanto infantil-adolescente como en adultos. Además, está especializada en trastorno obsesivo-compulsivotrastorno depresivodueloestrés postraumático o problemas de conducta alimentaria, entre otros. 

Desde 2012 ejerce como Psicóloga General Sanitaria en Policlínica Lacibis en la provincia de Málaga, y en su consulta privada de Psicología en Fuengirola. Además, formó parte de Vithas Salud Rincón Medical Center Torremolinos, trabajando con pacientes adultos, adultos mayores y con la población infanto-juvenil.

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