Cómo tratar el dolor de hombro: causas y tratamientos
El dolor crónico de hombro, es un cuadro de larga evolución, meses o años, y que se caracteriza por dolor en el hombro y regiones adyacentes (Cara lateral del brazo, cara lateral del cuello, región escapular e incluso todo el miembro superior).
Se caracteriza por dolor, de aparición brusca o progresiva, y que persiste en el tiempo. Suele ser de características mecánicas, con los movimientos del hombro tales como desvestirse, peinarse, coger objetos que estén por encima del hombro, fundamentalmente, aunque también puede haber dolor en reposo y es muy frecuente la existencia de dolor nocturno.
La localización, como hemos dicho, puede ser muy variable. Dicha localización nos puede orientar en el diagnóstico topográfico, es decir, ¿de dónde viene realmente el dolor? Es importante resaltar que, no todos los dolores que percibimos en el hombro o regiones adyacentes, ya mencionadas, se originan en el hombro. Así puede haber dolores de origen cervical, de origen pulmonar, de origen periescapular (de la musculatura de la paletilla).
Otro síntoma frecuentemente asociado es la perdida de movilidad de hombro puede ser por el dolor o porque haya un problema capsular (retracción) y es muy importante distinguir esta circunstancia.
En casos muy evolucionados puede asociarse a pérdida severa de fuerza, y que muchas veces se debe a rotura de los tendones del manguito de los rotadores.
Por contra, en otros casos, el síntoma predominante asociado es la inestabilidad o sensación de inseguridad en algunos movimientos o posturas (Aprehensión).
La principal causa son actividades repetitivas del miembro superior por encima del hombro, bien en las actividades domésticas o en el contexto de actividades deportivas. En este caso pueden ser movimientos rápidos y forzados (tenis, pádel, natación, deportes de lanzamiento) o movimientos con carga (musculación en postura de mano por encima del hombro).
Siempre en el contexto de una falta del control de la estabilidad del hombro y/o la escápula por un déficit de musculatura o de propiocepción o de ambas.
Las principales lesiones deportivas del hombro en el deportista son las tendinitis de los tendones del manguito de los rotadores, los síndromes de pinzamiento interno, que son lesiones muy específicas de los deportistas con mucha actividad de mano por encima del hombro, y las inestabilidades menores o mayores.
Factores predisponentes pueden ser de índole general, como la edad, el mal estado físico, fundamentalmente el provocado por la falta de actividad física adecuada, el tabaquismo, las diabetes, etc., o de índole local, como la morfología del acromion, la inclinación de mismo, la forma de la glena (“cavidad” en la que se articula la cabeza humeral), estado del labrum (rodete fibrocartilaginoso que se inserta en el reborde de la glena y contribuye a estabilizar el hombro) y el estado general de los tejidos del paciente.
Tratamientos para el dolor de hombro
Hoy día existen numerosas opciones de tratamiento:
- La prevención: manteniendo un nivel de actividad física, una movilidad y una musculatura, tanto del hombro como de la cintura escapular, adecuados para nuestra edad y nuestra demanda funcional (Para hacer deporte hay que prepararse bien siempre).
- El primer escalón del tratamiento sería la realización de ejercicios físicos específicos para mejorar la movilidad del hombro, la movilidad escapular y la musculatura periarticular (manguito de los rotadores y deltoides) y periescapular (musculatura cervical, trapecio, serrato, dorsal ancho, etc.).
Cada paciente debe tener un tratamiento individualizado según su patología, su edad y su demanda funcional.
Es muy importante tener un diagnóstico certero. No es infrecuente tratar un hombro cuando la patología es de la columna cervical, o pulmonar, por ejemplo.
Si las medidas de prevención y tratamiento físico no son suficientes, existen numerosas técnicas de tratamiento:
- Infiltraciones de corticoides
- infiltraciones de Plasma rico en plaquetas (“factores de crecimiento”)
- Ondas de choque extracorpóreas
- Cirugía Artroscópica: siempre debe de ser el último recurso.
Lo más importante es que el tratamiento esté basado en un diagnóstico certero, sea escalonado y siempre, personalizado.