Cinco pasos para aprender a gestionar la frustración
Escrito por:Todas las emociones tienen un mensaje que darnos y en el caso de la frustración nos dice que las cosas no son como queremos o necesitamos.
Algunos aspectos que podemos tener en cuenta para mejorar nuestra gestión de la frustración son:
- Intentar aceptar la emoción y ser consciente de que es temporal.
- Entender que la frustración se debe a que algo no ha salido como queríamos o necesitábamos.
- Tomar un momento para respirar y pensar qué ha generado la frustración. Hacerse preguntas como: ¿Qué me está fastidiando tanto? ¿Qué me pasa? ¿Por qué es esto tan importante para mí? Si consigues no juzgar tus respuestas, comprenderás antes lo que te ocurre y lo que necesitas.
- Una vez detectada la fuente de fastidio, pensar qué podrías cambiar de aquello que te molesta. Preguntas como: ¿Se están sobrepasando alguno de mis límites? ¿Cómo me gustaría que fuera la situación? ¿Cómo me siento? ¿Qué necesito? Pueden ayudarte a asimilar y entender cómo te estás sintiendo.
- Comunicar al entorno aquello que se necesita de manera firme y amable. Puede ayudar preguntarse cuestiones como: ¿A quién le tengo que pedir lo que necesito? ¿De quién depende, de mí mismo o de los demás? ¿Cuál sería la mejor forma y momento para decirlo?
Es importante la manera en la que decimos las cosas. Te propongo que empieces diciendo cómo te sientes tú y qué responsabilidad piensas que tienes en la situación. Después pide al otro aquello que necesitas y si lo ves oportuno, pregunta qué necesita esa otra persona y cómo se siente. Este último paso ayuda a que la otra persona interprete nuestra intención de manera positiva. Lo que facilita cualquier negociación y fortalece el vínculo.
Recuerda que la clave está en escuchar el mensaje que nos dice la emoción y tomar las acciones que necesitamos. Tener una conversación con uno mismo a tiempo nos puede ayudar a entendernos y poner el límite de manera amable y firme, tanto a los demás como a nosotros mismos.
Ten en cuenta que si no la gestionas bien a la primera, no pasa nada. Siempre podemos aprender de ello, disculparnos y reparar, tanto con los demás como con nosotros mismos.