Cáncer colorrectal: la detección temprana es el mejor tratamiento

Escrito por: Dr. Santiago Blanco Blasco
Publicado: | Actualizado: 28/08/2023
Editado por: Marga Marquès

El cáncer colorrectal es una enfermedad cancerosa del intestino grueso.

 

Por el modo de diagnosticarlo y tratarlo, debemos diferenciar entre el cáncer de colon propiamente dicho y el cáncer de recto. El tipo histológico más frecuente con diferencia es de tipo adenocarcinoma, que representa el 97% de los casos.

 

Es el segundo tumor maligno más frecuente en los países desarrollados y la primera causa de muerte por tumor. En varones, es la segunda causa de muerte tras el cáncer de pulmón y su prevalencia es de 26.500 casos al año.

 

¿Qué síntomas presentan los pacientes que padecen esta patología?

  • Lo más habitual es que el cáncer de colon produzca pérdidas de sangre oculta en las heces, por ser de escasa cuantía, si bien, al ser prolongada en el tiempo, podría producir anemia.
  • Uno de los síntomas más frecuente del cáncer colorrectal es la rectorragia, o emisión de sangre por el ano, que puede ir mezclado con las heces (hematoquecia) o independiente, rectorragia propiamente dicha.
  • Otro de los posibles síntomas es la aparición de síntomas obstructivos, como cambio del hábito intestinal, distensión abdominal e, incluso, náuseas y vómitos cuando se instaura definitivamente la obstrucción. Evidentemente esto sucede cuando el tumor alcanza ya un cierto tamaño y ocurre fundamentalmente en los del colon izquierdo y sigma.
  • En ocasiones, esta sensación de distensión y plenitud pudiera llevar a reducir la ingesta y, por lo tanto, a la pérdida de peso. Cuando esto sucede en un tumor localizado en el recto, puede acompañarse de tenesmo rectal, que se define como la sensación de evacuación incompleta y de sensación mantenida de necesidad de defecar. Los tumores de colon derecho suelen producir únicamente pérdida de sangre con las heces, conduciendo a una anemia que, al estudiarse mediante colonoscopia, se llega a su diagnóstico.

 

Existen evidencias que demuestran que la dieta
influye en el desarrollo del cáncer colorrectal

 

¿Cuáles podrían ser sus causas?

Existen evidencias experimentales, epidemiológicas y clínicas que demuestran que la dieta influye en el desarrollo del cáncer colorrectal. La dieta contiene múltiples mutágenos y carcinogénicos que pueden derivar desde compuestos químicos naturales y aminas heterocíclicas derivadas de la cocción de los alimentos.

 

Otro de los factores que ha demostrado tener relación con el cáncer colorrectal es el consumo elevado de carne roja, por su contenido en nitrosaminas. El consumo de grandes cantidades de fibra en la dieta se considera un factor protector de cáncer colorrectal, al aumentar la velocidad del tránsito de tránsito de dichas nitrosaminas y disminuir así el tiempo de contacto de dichas sustancias con la mucosa colónica.

 

Igualmente, el calcio, selenio y otros micronutrientes como los fenoles, los índoles, las vitaminas A, C y E y los carotenoides, contenidos en pequeñas cantidades en el agua, granos, fruta y verdura, disminuyen el riesgo de cáncer colorrectal. Igualmente, la relación entre cáncer colorrectal y consumo de alcohol ha sido descrita, y duplica el riesgo, en los sujetos con consumo diario.

 

Otro de los factores carcinogenéticos en estos tumores ampliamente demostrada es el consumo de tabaco, estimándose que dicho hábito es responsable de la aparición de hasta un 12% de los tumores colorrectales.

 

La obesidad es un factor de riesgo reconocido, en cambio la actividad física parece reducir la incidencia de cáncer de colon, sobre todo del colon derecho, con un riesgo relativo doble en los sujetos sedentarios. Finalmente, podemos encontrar algunos cánceres colorrectales considerados hereditarios, asociados o no a poliposis.

 

¿Qué tipo de pacientes sufren cáncer de colon en mayor medida?

El 75% de cánceres colorrectales se desarrollan en pacientes sin factores de riesgo, el 15% en pacientes con riesgo intermedio (historia familiar de cáncer colorrectal) y el 10% en pacientes con alto riesgo (síndrome de Lynch, poliposis familiar, rectocolitis ulcerosa).

 

Es por esto que hoy en día se están implantando en diferentes áreas geográficas campañas de detección precoz mediante el test de sangre oculta en heces. Según la Asociación Española de Cirujanos, el riesgo de padecer cáncer colorrectal se establece por la historia familiar.

 

En las personas sin factores de riesgo se recomienda, a partir de los 50 años, una de los siguientes esquemas de cribado: sangre oculta fecal anualmente, sigmoidoscopia cada 5 años, enema con doble contraste cada 5-10 años, colonoscopia cada 10 años.

 

¿Cuál es el tratamiento que se sigue para combatirlo?

El tratamiento de elección del cáncer de colorrectal es el quirúrgico. Sin embargo, según la localización y el estadio tumoral, puede ser necesario asociar quimioterapia adyuvante y, en el caso del cáncer de recto, puede ser necesario realizar quimio y radioterapia neoadyuvante (antes de la cirugía) y completarlo con adyuvancia posterior a la cirugía.

 

El tratamiento quirúrgico de elección para el cáncer de colon y el cáncer de recto de tercio superior y medio es el abordaje por vía laparoscópica, asegurando siempre una correcta excisión del mesocolon o del mesorrecto, donde se encuentran todos los ganglios linfáticos, considerada una de las vías principales de diseminación de estos tumores.

 

Actualmente, existe controversia sobre si el abordaje del cáncer de recto de tercio inferior debe realizarse por vía abierta convencional o por vía laparoscópica, si bien actualmente hay muchos equipo quirúrgicos que abogan por el abordaje laparoscópico convencional o mediante la técnica de “down to up” con buenos resultados desde el punto de vista oncológico.

 

Algunas veces es necesario extirpar todo el recto junto con el aparato esfinteriano (amputación abdominoperineal de Milles), debiendo en estos casos el paciente quedar con una colostomía de por vida.

 

Una situación diferente, en cambio, es cuando al realizar una cirugía del recto, el cirujano decide realizar una ileostomía de protección (abocar un asa intestinal al exterior para emisión de heces, o líquido intestinal) con el objetivo de desfuncionalizar temporalmente la zona intervenida hasta que se verifique su adecuada cicatrización, momento en el que se procederá al cierre de la ileostomía para restauración del tránsito, siendo una condición temporal.

Por Dr. Santiago Blanco Blasco
Cirugía general

El Dr. Blanco Blasco es un reconocido especialista en Cirugía General y Aparato Digestivo. Cuenta con más de 20 años de experiencia en la profesión y una extensa formación en distintos ámbitos de la especialidad. En concreto, es experto en laparoscopia colorrectal, laparoscopia biliar, pared abdominal, cirugía laparoscópica del reflujo gastroesofágico, proctología y cirugías de lesiones cutáneas, entre otros.

A lo largo de su trayectoria profesional ha combinado su labor asistencial con la docencia, siendo profesor asociado en la Facultad de Medicina de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona. Paralelamente también desarrolla una importante actividad investigadora y divulgativa, habiendo participado en diversas ponencias a nivel nacional e internacional y en diferentes proyectos de investigación. En la actualidad, ejerce en el Centro Médico Quirúrgico Reus - CMQ.

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