Ansiedad sexual: la lucha interna entre el deseo y las normas sociales
Escrito por:Mi amigo Fernando, el psicólogo, en una de nuestras maravillosas tertulias me decía lo siguiente:
“Después de haber leído los libros y artículos que me recomendaste, y después de repasar mi propia experiencia y tus opiniones al respecto, estoy en condiciones de afirmar que todos los hombres sufren de ansiedad sexual”.

Fernando es muy concienzudo cuando se trata de afirmar algo y la afirmación que está haciendo es muy rotunda, así es que le pregunté cómo había llegado a semejante conclusión. Esto fue lo que me contestó:
“Lo primero que quiero decir es que la afirmación es socialmente impresentable, produce rechazo social, y por lo tanto las encuestas, como no se querrá contestar o se contestará evasivamente, sesgarán el resultado.
Después de los últimos debates que hemos tenido sobre la adicción al sexo y tus investigaciones, me dejaste dos libros, uno sobre el funcionamiento de la testosterona, y otro sobre la dopamina, tanto en los hombres como en las mujeres.
Hay algunas conclusiones muy rotundas derivadas de experimentos realizados con la mayor seriedad científica. Varios de esos experimentos rigurosos sobre diversas especies animales concluyen que el elevado nivel de testosterona en los machos les inclina a buscar hembras nuevas después de un cierto número de apareamientos con la misma hembra”.
Ansiedad sexual generalizada
Evidentemente afirmar que todos los hombres sufren ansiedad sexual podría parecer revolucionario, imagínese soltar esto en una escuela, o en cualquier reunión social. Para entender mejor esta problemática, la investigadora Carol Hooven nos remite al “pacto social”, es decir, las reglas o normas sociales que nos hemos dado para convivir.
Ahora bien, si por un lado el hombre necesita una mujer nueva para realizar su impulso, y por otro la sociedad le dice que eso está prohibido y castigado, tenemos un conflicto que tiene su escenario en el interior de ese hombre que estamos analizando, es decir, una disputa, una tensión, una ansiedad, en todos los hombres: ¿Ansiedad sexual “generalizada”?
La presión social explica un poco más las respuestas reticentes que podrían dar los hombres acerca de esta cuestión, teniendo en cuenta las repercusiones que esto podría tener en las parejas y familias, generando bajo rendimiento laboral, consumo de drogas, etc.
Sin embargo, si bien a simple vista podemos pensar en las mujeres o familias como las principales afectadas, considero que el hombre es el que sufre las consecuencias de vivir esta ansiedad constante. La estabilidad de los hombres, su lucha interna, el desgaste enorme, su soledad y culpa, sintiéndose un ser humano defectuoso, mala persona, enfermo, toda la vida así, como una condena, hacen del hombre un “exiliado en su tierra”, un nómada solitario que nunca se siente integrado del todo en el grupo, en la manada.
Cuando un hombre es descubierto teniendo conductas de actividad sexual como el consumo de pornografía, con o sin masturbación, las apps de citas y contactos o el consumo de prostitución, suele ser tratado como un enfermo con cierta perversión, como una persona que tiene que curarse de sus malos pensamientos, como un adultero.
Por esta razón, es importante que las personas que sufren de ansiedad sexual acudan a consulta con un profesional, recurriendo a la terapia como un espacio seguro y de libertad para expresar ese padecimiento.
Método Impasse para el tratamiento de la adicción al sexo
El tratamiento consta de diversas instancias:
- Primera parte
Es una toma de contacto. Hay un primer encuentro en el que paciente y terapeuta se van a conocer. El terapeuta se presenta y describe la clínica mínimamente para que el paciente tenga una idea de donde está, le invita al paciente a que cuente qué le ha traído a consulta.
En ese encuentro se busca:
- Que el paciente sienta que está en un espacio seguro en el que puede hablar.
- Transmitir acogimiento, receptividad, ausencia de juicios, honestidad, interés en ayudar, seguridad, cercanía, experiencia, preparación, empatía, búsqueda de soluciones.
- Que el paciente se informe de cómo funciona el centro, en qué consiste el tratamiento y quién le atendería, cuánto tiempo duran las sesiones, cuanto le va a costar, etc.
- Que el paciente reciba una primera opinión profesional por parte de un especialista en Psicología y experto en adicciones que pueda ayudarle antes de salir de la consulta, que le sirva para tomar la mejor decisión acerca de su situación en ese preciso momento.
- Facilitar que se cree una conexión personal que permita la confianza necesaria entre ambos para desarrollar un tratamiento que sea efectivo.
- Segunda parte:
Este espacio es para que el paciente hable, el terapeuta escucha y, en todo caso, ayuda al paciente a hablar. Mientras lo hace, está construyendo su relato y compartiéndolo, esto es en sí mismo terapéutico.
El terapeuta, como decíamos, ayuda a reconstruir ese relato.
- Tercera parte:
Es una instancia que implica la intervención en diversos niveles:
Sin partir de ninguna premisa previa ni juicio, hay que acompañar al paciente a que encuentre su propia coherencia que le permita vivir con sus decisiones, haciendo una reflexión profunda acerca de la sexualidad en general y su propia historia psicosexual.
- Intervención conductual: se aplican las estrategias para detener el consumo o la conducta sexual adictiva.
- Intervención cognitiva: se busca la “coherencia” entre los diversos factores o fuerzas que intervienen en el conflicto. El estímulo sexual hiperactivado, la contención social, compromisos personales, la cultura ética interna, las necesidades de apego y narcisistas.