Acompañamiento terapéutico para etapas de duelo

Escrito por: Dra. Nuria Blanco Piñero
Publicado: | Actualizado: 16/02/2023
Editado por: Top Doctors®

 

¿Cómo podemos afrontar la muerte de un familiar cercano o desconocido?

La muerte de un familiar siempre es una experiencia dolorosa independientemente de las circunstancias en las que se produzca. Implica la redefinición de la identidad del doliente y de los espacios que ha dejado el fallecido en su vida.

En términos generales, la forma más adecuada de enfrentar la muerte propia o ajena es desde la vida, disfrutando y generando relaciones plenas y satisfactorias con nuestro entorno y quienes lo componen. Así, los procesos de enfermedad terminal y/o ancianidad dan tanto a los propios afectados como a su entorno el tiempo suficiente como para reconducir, redefinir y reenfocar las relaciones y afectos que con él se han establecido.

De este modo, la preparación para la muerte de un ser querido es un proceso que sería recomendable empezar con anterioridad al fallecimiento. Es decir, la toma de conciencia de la próxima pérdida y la posibilidad de realizar una despedida adecuada tienen una gran trascendencia de cara a la elaboración de un adecuado proceso de duelo. De este modo, en aquellos casos en los que la muerte se produce de forma inesperada, el individuo padecerá más dificultades para poder realizar este proceso de forma adecuada, siendo mucho mayor el nivel de sufrimiento.

 

¿Existen etapas en este proceso mental?

Son muchas las descripciones realizadas de los procesos de duelo tras el fallecimiento de un ser querido y por tanto, de las etapas por las que atraviesan los dolientes. Efectivamente, se pueden establecer diversas fases que no necesariamente determinan un orden estipulado.

El duelo, entendido como proceso evolutivo, lleva a quien lo atraviesa a aceptar la pérdida sufrida, a redefinir su identidad y su estilo de vida sin el fallecido. Por tanto, el camino está muy influido por los distintos factores que caracterizan y definen la vida cotidiana del doliente.

No obstante desde la perspectiva clínica, suele ser frecuente observar etapas de desorientación, confusión personal y enfado. Posteriormente, el doliente entra en una búsqueda de soluciones y afrontamiento de la realidad que ya implica el inicio de la aceptación de la pérdida. Se debe destacar que en ningún caso esta última fase implica la ausencia de tristeza, pena, ni mucho menos que el doliente empiece a olvidar al fallecido. Sólo implica que el doliente puede haber asumido la pérdida y así continuar con su vida.

 

¿Es positivo tener un recuerdo constante del fallecido como conservar su ropa?

No es conveniente que el doliente se aferre a ningún objeto como forma de recordar a su ser querido. Se debe aprender a recordar y a querer al fallecido como una parte más de sí mismo, sin reducirle a ningún objeto. No obstante, en los momentos iniciales del proceso de duelo es habitual que se produzcan estas vinculaciones, pero deberían ir desvaneciéndose con el paso del tiempo.

En cualquier caso, como procesos individuales y subjetivos que son, los expertos en Psicología no consideran adecuado plantear si la vinculación a objetos tras un fallecimiento es o no positiva. Sin embargo, si dichas vinculaciones afectan a la evolución del proceso de duelo, deben ser abordadas.

 

¿Cuál es el papel del terapeuta en estos casos?

El proceso de duelo no debe considerarse, a priori, un proceso patológico que requiera de un tratamiento concreto. Habitualmente el doctor pauta un tratamiento sintomatológico puntual con fármacos, cuando el nivel de sufrimiento bloquea la capacidad del sujeto para enfrentar esta fase.

El psicoterapeuta puede y debe ofrecer un acompañamiento terapéutico en dichos momentos. Esto consistiría en escuchar y facilitar la expresión emocional del doliente, ofreciendo una guía y orientación sobre los pasos a seguir para lograr un proceso de duelo saludable. Del mismo modo, también debe valorar y analizar el inicio de un duelo patológico ante el que sí deberá iniciar un proceso terapéutico.

Por Dra. Nuria Blanco Piñero
Psicología

Nuria Blanco Piñero es una reputada psicóloga en Sevilla. Con más de 20 años de experiencia profesional, en la actualidad es responsable del área de Psicología del Centro eNBlanco. Es experta en psicología sanitaria, psicología infanto-juvenil, habilidades sociales, terapia de adultos... 

Licenciada y Doctora en Psicología por la Universidad de Sevilla, en 2003 obtuvo el Máster en Terapia de Conducta Cognitivo-Conductual por la UNED, y tres años más tarde el Máster en Atención a Cuidadores de Personas Dependientes por la Universidad de Sevilla. Desde 2019 trabaja en el Centro eNBlanco, en Sevilla. Anteriormente, trabajó como psicóloga en la Fundación Gota de Leche y dirigió el Área de Psicología de la Sociedad para la Investigación en Psiquiatría y Psicología Al margen de su labor asistencial, es profesora asociada de la Universidad de Sevilla desde 2010.

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