Una psicoterapia sana y eficaz

Cuando recibimos a un paciente que tiene resistencia a una psicoterapia porque no quiere enemistarse con sus padres o con las personas queridas que le rodean, estamos ante la fantasía errónea más común que rodea a nuestra profesión. Tal vez sería interesante contar de manera clara, accesible y pedagógica, cómo debería ser una psicoterapia sana y eficaz, o al menos, de qué hablamos cuando decimos que un proceso terapéutico está funcionando.

¿Cómo comienza la psicoterapia?

Lo primero que hay que decir es que debemos “historizar”, es decir, trabajar con nuestra historia para pasar de olvidos a recuerdos. En este proceso hará su aparición la resistencia, ya que liberaremos emociones vinculadas a escenas traumáticas o a situaciones reprimidas, y el yo se resiste a eso porque lo considera peligroso. Poder hacer consciente lo inconsciente vinculado a esos elementos emocionales que estaban olvidados, reprimidos o escindidos, será clave a lo largo de todo el proceso. Y luego poder vincular los elementos de conflicto antiguos con los actuales, cerrará el ciclo. En este proceso, a veces, el psiquismo se abre y en otras ocasiones se cierra. Cuando se abre podemos historizar, ligar, detectar conflictos y liberar emociones. Cuando se cierra, el psiquismo se resiste. Tenemos encuentros y desencuentros en cada sesión y esto configura la arquitectura de un proceso verdadero. Las funciones yoicas, que son las de registro, de memoria, de pensamiento, de síntesis y de elaboración, en un momento clave de ese proceso se activan. Cuando estos se activan, pasamos de un yo predominantemente defensivo, a un yo creativo, reflexivo, elaborador.

¿Cómo concebimos a nuestros seres queridos?

Mis pacientes saben lo importante que ha sido para ellos aprender a distinguir entre una “madre real” y una “madre simbólica”. La real es la que ahora mismo estará tomando un té con sus amigas o la que lamentablemente ya no está; y la simbólica es la real pero tal y como la he interpretado, tal y como la he introyectado. No se trata de cambiar a la madre real (o al padre real, o al hermano real, o al referente real), sino de cambiar al simbólico, es decir, cambiar nuestras interpretaciones de la realidad. Estamos hablando de los grandes movimientos que hacen a un proceso de terapia psicodinámica. Por último, todo esto que viene siendo visto en perspectiva de historia, tiene que ser visto también en perspectiva de presente, de hoy. Y, además, tiene que ser visto en relación con las dimensiones de proyecto. Es decir, a dónde intenta ir esa vida, o a dónde va. La dimensión de proyecto es tan importante como la dimensión de historia. Todos estos mecanismos se irán desplegando en cada sesión de una manera particular y en algún momento podrán ligarse o plantearse desde otro punto de vista, un punto de vista nuevo. Este punto de vista nuevo será un indicador de que la terapia avanza.