Sarna: picor y sarpullidos en las piel causados por un ácaro

La sarna se trata de una enfermedad antigua que se caracteriza por afectar fundamentalmente tanto a ancianos como a niños. Según el Diccionario Histórico de la Lengua Española, la sarna se documentó por primera vez en la acepción de “enfermedad contagiosa de la piel” que afecta por igual a “personas y animales domésticos” causada por un ácaro y que se caracteriza por “vesículas y pústulas que producen un picor intenso”.

Según la Real Academia Española (RAE), la sarna es una “enfermedad contagiosa de la piel” que puede darse en personas y varios animales domésticos que “está causada por un ácaro parásito” y que “está caracterizada por vesículas y pústulas que producen un intenso picor”.

¿Qué es la sarna?

La sarna es una patología causada por diminutos ácaros o aradores, denominados sarcoptes scabiei. Este ácaro desarrolla una serie de canales o cámaras en la piel del paciente, lo que produce sarpullidos y picor, especialmente intenso y fuerte por la noche.

Según datos de la ONU, en torno a 300 millones de personas se ven infectados por sarna anualmente. Hoy en día, la sarna está considerada como una enfermedad que afecta a países subdesarrollados y gente con menos recursos, aunque afecta a todo el mundo por igual.

La sarna es más habitual en niños y en ancianos, y en España el 41% de los casos se dan en residencias para personas mayores.

¿Cómo se contagia la sarna?

La sarna es una enfermedad muy contagiosa. El sarcoptes scabiei puede sobrevivir sin un huésped humano hasta 72 horas, y puede transmitirse a través del contacto de piel a piel, ropa, sábanas, toallas…

Es habitual que se produzcan los llamados brotes de sarna en ciertos lugares en los que se concentran un gran número de personas y existe contacto de piel y piel, como por ejemplo un colegio, una guardería, un gimnasio, una residencia de ancianos… Los lugares en los que más incidencia ha mostrado tener la sarna es en las guarderías, en los colegios y en las residencias de ancianos.

Diagnóstico y tratamiento de la sarna

Cuando una persona está afectada por sarna, se desarrollan una serie de líneas delgadas y elevadas en la piel, consecuencia de los canales que producen los ácaros. En estos túneles pueden aparecer también una especie de bultos, ampollas o escamas.

En adultos y adolescentes, el ácaro de la sarna suele localizarse en la piel de la cara interna de la muñeca, entre los dedos, en torno a las uñas, en las axilas, en la cintura, en el codo o rodilla, en torno a los pezones y tanto en las palmas de las manos como de los pies.

En bebés y en niños pequeños, la sarna puede manifestarse en el cuero cabelludo, en la cara, en el cuello y en las palmas de pies y manos.

Para diagnosticar la sarna, es necesaria la exploración física y el estudio de la piel afectada, obteniendo la muestra mediante un raspado y realizando un análisis microscópico de la muestra.

A la hora de tratarla, debe mencionarse que cuanto antes se diagnostique el problema, más “sencillo” será el tratamiento. La mejor prevención de la sarna es un diagnóstico precoz.

Una vez diagnosticada, normalmente se trata sin grandes complicaciones, eliminando los ácaros causantes, así como sus huevos. Esto se consigue a través de medicamentos, ya sean de administración oral o en formato de crema.

Al tratarse de una enfermedad tan contagiosa, el tratamiento debe aplicarse conjuntamente a la unidad familiar, tratando de forma individual a cada miembro, así como los tejidos y el mobiliario de la vivienda. Deben aspirarse los muebles, que permanecerán también en cuarentena durante una semana, y la ropa de cama e higiene debe ser lavada a más de 60º y con jabón.

Una vez aplicado el tratamiento, el picor y las marcas pueden desaparecer entre las primeras dos y seis semanas. Cuanto más tiempo se tarde en tratar la sarna, más cuesta eliminarla por completo.

Si desea más información, consulte con un especialista en Dermatología.