La visión integral de la salud III

Escrito por: Emma Barthe
Publicado:
Editado por: Top Doctors®

Podemos influir de forma positiva en nuestra salud así como potenciar las posibilidades de recuperación ante la enfermedad.

Hasta hace relativamente poco parecía indiscutible la infranqueabilidad de nuestro sistema defensivo. Valorado como autónomo e independiente, se le creía incapaz de recibir cualquier tipo de influencia o control en su funcionamiento por parte del sistema nervioso central. Determinados estados emocionales pueden afectar positiva o negativamente las respuestas de nuestro sistema inmunológico.

Aún hacen falta mayores investigaciones que demuestren la relación directa entre las emociones negativas y el cáncer, pero no existe duda alguna de la relación que existe entre esas mismas emociones negativas (como las derivadas del estrés o la depresión) y la inmunosupresión.

 

 

La inmunidad presenta un problema no sólo biológico y

fisicoquímico sino también psicológico. En general, no tenemos

suficientemente en cuenta el papel que desempeña el

sistema nervioso ni tampoco el de la acción psíquica sobre

la vida del organismo. Y, a pesar de ello, es incontestable

que el debilitamiento de las fuerzas psíquicas no sólo es

consecuencia sino también la causa de diversas afecciones.

Es lamentable que, en este aspecto, el estudio del organismo

se encuentre tan atrasado. El papel de las fuerzas

psíquicas y su influencia sobre la vida del cuerpo son muy

grandes, incomparablemente más grandes de lo que se

piensa. Todos los órganos: el corazón, los pulmones, los

intestinos, las glándulas de secreción interna, se encuentren

estrechamente unidos al sistema nervioso. Ésta es la

razón de que el estado psíquico del paciente, en todas las

enfermedades, tenga tanta importancia. Conociendo todo

esto, debemos comprender que en la lucha contra las enfermedades,

es tan necesario actuar sobre el psiquismo como

prescribir medicaciones

 

Debemos considerar que el  establecimiento de la enfermedad así como el curso que tome depende de dos factores: por un lado de la agresividad del agente patógeno, y por otro del grado de la vulnerabilidad del organismo atacado; dependiendo este último de su estado tanto físico como psíquico. Todas las enfermedades se originan por la interacción entre múltiples factores, que dependen tanto del agresor –como por ejemplo una bacteria, un virus o un agente carcinógeno– como de las características del organismo agredido, su genética, ya sean físicas, biológicas, psicológicas, emocionales, o conductuales.

Se necesita una medicina más integrativa que valore todos los campos de acción posibles para restablecer la salud y llegar a curar. Investigaciones consolidadas han puesto de manifiesto que la manera en que uno piensa o siente sobre su enfermedad va a influir indiscutiblemente en la química del cuerpo y en la forma en cómo la enfermedad puede evolucionar.

Nadie duda de que el estado de tu organismo influya en tu sentir del momento, en tu bienestar psíquico. La tensión muscular, la postura, la respiración, el metabolismo. Todas y cada una de las funciones básicas del organismo van a ejercer una influencia en tu estado de ánimo. De igual manera, todo lo que sea favorecedor para tu salud física beneficiará también a tu estado emocional y mental. Así, por ejemplo, se sabe que nuestro sistema digestivo afecta los niveles de serotonina, hormona que regula nuestro estado de ánimo.

La interconexión existente entre nuestros procesos mentales y la funcionalidad de nuestro organismo es un hecho demostrado. Alteraciones emocionales, como la ansiedad o la angustia, derivadas del miedo, son capaces de provocar patologías fisiológicas considerables (úlceras, psoriasis, infertilidad, insomnio, inmunosupresión…), así como determinadas  enfermedades, sobre todo las de tipo degenerativo, pueden inducir cuadros patológicos severos de índole emocional.

En la recuperación de la salud tan importante es ofrecer un tratamiento dirigido a sanar el cuerpo como procurar mantener un equilibrio psíquico carente de perturbaciones emocionales que, derivadas de la enfermedad y como consecuencia de los miedos del paciente, podrían obstaculizar el proceso de curación.

Por Emma Barthe
Psicología

Psicóloga con amplia experiencia y reconocido prestigio en el ámbito del Psicodiagnóstico y la Evaluación de la Personalidad. Experta en Técnicas de Modificación conductual, TEB (Terapia Breve Estrategica), TCC (Terapia Cognitiva conductual), TREC (Terapia Racional Emotiva Conductual) y Counseling. Con formación en Estados Unidos (Los Angeles, St. Vincent Medical Center y The The Drake Institute of Behavioral Medicine).  Fundadora de Único, primera unidad de Psicodiagnóstico predictivo en España. Coordinadora durante varios años de programas específicos dentro del campo de la psicología de la salud  (Centro Médico Teknon, Hospital Mutua de Terrassa, Oncolliga). Profesora de Neuroliderazgo. Imparte seminarios y cursos sobre  autoconocimiento y bienestar. emmabarthe.com

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