Cirugía endovascular: tratamientos y beneficios

La cirugía endovascular consiste en la reparación de las lesiones vasculares mediante la punción vascular percutánea o una mínima incisión (tan solo en casos excepcionales) y la posterior introducción de catéteres, balones y prótesis que viajan por el interior de la luz del vaso hasta el lugar de la lesión y una vez localizada se separa. Esas lesiones vasculares pueden ser, entre otras, tanto estenosis, obstrucciones, dilataciones patológicas o aneurismas o incluso fístulas arteriovenosas.

 

 

Las técnicas que incluye la cirugía endovascular son diversas y variadas. Encontramos las Angioplastias, también conocidas como dilataciones con balón, que pueden ir acompañadas o no de implantación de Stent. Esta técnica, que consiste en un tubo diminuto que se coloca dentro de una arteria, vaso sanguíneo u otra estructura hueca con el fin de mantenerla abierta, se utiliza en casos de isquemia arterial, claudicación intermitente a cortas distancias, dolor en reposo o lesiones. Por otro lado, otra de las técnicas utilizadas por la terapéutica endovascular es la Endoprótesis para tratamiento de anuerisma y fístula arterial venosas.

Su etiqueta de cirugía mínimamente invasiva permite, en la mayoría de los casos, poder realizar el procedimiento únicamente con el uso de anestesia local. Además permite una recuperación precoz: el paciente, por lo general, en el margen de 24 a 72 horas ya puede volver a casa y realizar con completa normalidad sus actividades diarias. Se trata de un tratamiento que minimiza la morbilidad y el riesgo quirúrgico, y que presenta por tanto de forma significativa una menor tasa de complicaciones y mortalidad respecto a la cirugía convencional.

No obstante, existen casos en los que no es posible realizar la cirugía endovascular por razones anatómicas, obliga a un seguimiento mediante analíticas y exploraciones, y precisa una valoración individualizada del caso y un seguimiento exhaustivo mediante analíticas y exploraciones.