Alopecia: ¿cómo se puede tratar según cada tipo?

Escrito por: Dra. Mª Isabel Febrer Bosch
Publicado: | Actualizado: 23/06/2022
Editado por: Top Doctors®

La alopecia es la pérdida anormal del cabello en cualquiera de sus localizaciones. También se aplica cuando, sin haber pérdida real, el paciente nota un cambio en su calidad como fragilidad, afinamiento o pérdida de volumen. Las causas son múltiples y van desde genéticas -por predisposición genética o familiar de la persona afecta-, a ambientales -por carencias nutricionales en la alimentación o por agresiones externas-.


Para comprender mejor las distintas causas lo mejor es describir los distintos tipos de alopecia. Básicamente, las alopecias se dividen en dos grandes grupos: alopecias cicatriciales y alopecias no cicatriciales.

Las alopecias se dividen en dos grandes grupos: alopecias cicatriciales y alopecias no cicatriciales.
 

Alopecias cicatricales

Son poco frecuentes, pero pueden deberse a:

  • Ser congénitas
  • Provocadas por ciertos agentes infecciosos
  • Originadas por tumores malignos que afectan al cuero cabelludo
  • Debidas a otras enfermedades de la piel o generales, como el lupus eritematoso cutáneo, la esclerodermia, el liquen plano, la pseudopelada de Brocq y la foliculitis decalvante.

 

En estos casos, afortunadamente raros, existe destrucción del folículo piloso y fibrosis cicatricial residual, por lo que la recuperación total del cabello es más difícil.

 

Alopecias no cicatriciales: tipos y prevención

Son mucho más frecuentes y en ellas las posibilidades de recuperación son mucho mayores debido a que no hay destrucción definitiva del folículo piloso.


Dentro de este grupo las formas más frecuentes son:

  • Alopecia areata: este tipo de alopecia crea áreas redondeadas de pérdida de cabello de un tamaño variable. Puede aparecer a cualquier edad, aunque son frecuentes en la infancia. Cuando el proceso afecta a la totalidad del cuero cabelludo se llama alopecia areata universal. A menudo se asocian a procesos autoinmunes, especialmente en la tiroides o a situaciones de estrés emocional. En este caso, lo más adecuado es intervenir prontamente en el caso en que no tiendan a la resolución espontánea para intentar prevenir la alopecia universal.
  • Alopecia androgénica masculina y femenina: consiste en un afinamiento y pérdida progresiva del cabello de la zona frontoparietal del cuero cabelludo con retroceso de la línea de implantación del cabello (entradas) que es progresivo y puede llegar hasta la zona de la coronilla (vértex). Tiene un carácter claramente familiar y en las mujeres pueden manifestarse a partir de la menopausia, aunque tanto en hombres como en mujeres pueden comenzar precozmente durante los primeros años de la vida adulta. Se puede prevenir iniciando pronto el tratamiento adecuado si la persona reconoce pronto los primeros síntomas, especialmente si tiene antecedentes familiares de calvicie.
  •  Alopecia difusa: existen dos tipos principales: efluvio anágeno y efluvio telógeno. El efluvio anágeno se produce pocos días o semanas tras el agente desencadenante – por ejemplo, administración de quimioterapia antineoplástica- y se puede llegar a perder hasta el 90% del cabello. Son difíciles de prevenir aunque, en general, el pronóstico es bueno y se puede recuperar totalmente el cabello.
    El efluvio telógeno se produce unos meses después del acontecimiento responsable – como un parto o un episodio de fiebre elevada-, se pierden un centenar de cabellos diarios y se prolonga más en el tiempo, pudiendo hacerse crónico. Una variante es el efluvio telógeno estacional que se produce habitualmente en los meses de otoño tras la exposición del cabello en los meses de verano a agentes externos agresivos.

 

Tratamientos para la alopecia

Los tratamientos van desde los corticoides tópicos o intralesionales en los casos de alopecia areata, a la aplicación de productos aprobados por la FDA y la EMA para la alopecia androgénica, como son el uso tópico o intralesional de minoxidil y el finasteride en comprimidos a distintas posologías según los casos. En general, nuestro mejor consejo es que ante cualquier duda acuda a un dermatólogo/a de su confianza.

Por Dra. Mª Isabel Febrer Bosch
Dermatología

Referente en Dermatología Pediátrica. La doctora Febrer es Jefe clínico del servicio de Dermatología del Hospital General Universitario de Valencia. Doctora en Medicina en 1989, con Premio Extraordinario de Doctorado. Es Miembro de la Academia española de Dermatología y Venereología y del Grupo español de Dermatología Pediátrica

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